Tal vez seré una persona aburrida, sin grandes ideas de diversión. Soy de las que disfrutan más la compañía de un libro que de las personas- Menos de una en particular.
Recostada sobre mi cama mientras miro la ventana, pienso. Pienso mucho. Imagino, creo, construyo y destruyo a mi antojo.
Me gusta, me fascina tener el control sobre lo que pasa en mi propio mundo. Mío.
La gente entra y sale de él, modificando, tal vez, como se luce, pero jamás su estructura. Eso lo manejo yo...
Era una ciudad olvidada, cubierta de polvo, cenizas y con las nubes de un gris tan espeso que impedían el paso de cualquier rayo de sol. Oscura, en fin. Había edificios altos, altísimos, que tenían un sólo propósito; se usaban mucho, pero no tenían efecto en estas tierras. Y espero que sigan sin tenerlo. Habían avenidas, calles, pasadizos. Plenamente iluminados si sabías como encontrar la luz que emanaban, aunque he de admitir que en los túneles bajo tierra era mejor llevar una linterna.
El aire inclusive era particular: muy denso, acuoso y a la vez seco, de esos aires que en cuanto te propones a dar un gran suspiro se te irrita la nariz y te arden los pulmones. O en el caso contrario, tenías que ser muy cuidadoso y no llenar tus pulmones accidentalmente de un torrente de agua. Si es que puedes darte el lujo de intentarlo, por supuesto.
No todos en esta ciudad respiran, hay gente que solo merodea por ahí, se paran para verte pasar si te los cruzas, pero luego se dan la vuelta y siguen con sus propios asuntos. Siempre en sus propios asuntos, que parecen más importantes que cualquiera. A veces inclusive los puedes escuchar murmurar cosas, pero solo si les prestas mucha atención y ellos no se dan cuenta que estás cerca.
Además de estos personajes se encuentran también los entes. Hay muchos tipos de ellos, y de muchos colores distintos. Los que más encontré desde que llegue son blancos y negros. Estos últimos son entes casi completamente negros menos por sus ojos, que forman una bola semi traslúcida; mirar a uno de ellos a los ojos es similar a través de un vidrio sucio- todo en esta ciudad estaba sucio. También podían aparecer, pero menos frecuentemente en color violeta que puede ir desde unas ligeras hebras a un color intenso y palpable, y su intensidad depende de... Eso ya lo hablaré más tarde. Ahora, a seguir con los entes blancos, son como la leche derramada, traen mal augurio y te recomiendo alejarte de ellos, incluso más de prisa que de los negros. Si, también pueden aparecer en distintas tonalidades de rojo.
Ninguno de los entes tiene forma completamente definida, aunque se los puede asociar a los merodeadores ocupados, suelen ser más altos y flexibles. Pueden adoptar incluso formas exuberantes, pero por pocos segundos hasta donde he llegado a ver.
Hay distintas zonas, donde merodean distintos seres, pero solo nombraré a los más importantes. Lo que recientemente intenté describir es la Zona X, la Zona Primordial, o Principal. Es el primer lugar de este mundo al que recuerdo haber llegado.
A sus alrededores se encuentra la Zona Gris, con características similares a la Zona X, pero mucho más cargada de energía. Aquí es donde se encuentran la mayoría de los entes cambiantes, y aunque quisiera describirlos a todos, me resulta imposible, porque cada tonalidad representa algo distinto característico a él. Este lugar, a poseer niveles de energía tan altos es propenso a atraerte hacía él. Puedes estar caminando distraidamenente por las calles y sin darte cuenta terminar en pleno centro de la Zona Gris. Y no te aconsejo caminar distraidamenente por este.
Hay montañas. No estoy segura donde están ni como llegar a ellas, porque cada vez que lo intento termino metida en la Zona Gris, sin importar desde que punto parta. Solo sé que están allí, y que deseo algún día poder escalarlas.
Luego la Zona XXII. Es, tal vez, el lugar más agradable que pude jamás visitar. No lo recuerdo, pero llegar a entender como funciona me genera casi tanta adrenalina como las montañas. Sé que ocunta cosas misteriosas, irreales, repetinas, asombrosas. Es tan maravilloso estar ahí, que el cambio de realidades genera un shock cerebral tal que me ha llegado a dejar una semana inconciente. Para cuando desperté, un hipogrifo verde amarillento semi transparente estaba observándome fijamente sin emitir sonido. Lindo.
La Zona XXII oculta secretos, misterios y verdades. Y voy a descubrirlos todos y a anotarlos en este diario de viaje.