El piso se sacude, los edificios tiemblan. Las sombras se vuelven locas corriendo de un lado para el otro; algunas felices, otras horrorizadas.
El viento sopla frenético, de un lado para el otro, sin rumbo fijo pero destrozando todo.
Las paredes se derriten.
La gente llora,
Grita,
Ríe.
Un coro infinito de sonidos que atormentan mis oídos acá vez más frágiles.
¡BOOM!
Algo explotó, no sé qué es. Tampoco quiero saberlo.
No quiero abrir los ojos, no quiero mirar. No quiero ver mi obra entera caerse a pedazos de esta forma. No ahora. No después de tanto.
viernes, 12 de febrero de 2016
El temblor
jueves, 4 de febrero de 2016
Necesidad de necesitarte
No sé de dónde nace esta necesidad rayana a la obsesión, porque si no es obsesión es locura.
Estás irremediablemente dando vueltas en mi cabeza, y por mas que trate de sacarte sigues aferrandote como un mal que se niega a irse. Un mal perfecto, calido. Un mal ni tan maligno.
Serás por lo que siempre luché, mi expendedor de abrazos y palabras dulces. Mi rayo de luz en el fondo de mi mente perturbada. Mi felicidad en mi vacío, mi consuelo en esta condena.
Sos por lo que siempre sonrió, mi disipador de iras. Mi hombro de consuelo y trofeo de mis batallas.
Porque si sigo luchando a pesar de todo es porque así lo quieres, y estoy dispuesta a darte todo lo que me pidas, por más ilógico que suene.
No sé en que punto cambiaste mi vida, solo sé que no te tomó mucha demora. Lograste penetrar en mis recuerdos más horribles y salir victorioso, sacarlos a la luz y combatirlos con la misma facilidad con la que la cuchilla rajaba mi piel pálida.
Ahora todo quedó en mi pasado y solo queda mi futuro, que tan incierto no lo sé pero espero que sigas en él, andando como tan bien sabes hacerlo.