martes, 22 de marzo de 2016

Las montañas

Hace no mucho tiempo llegué a las montañas. Son altas, enormes, con una gran cantidad de cuevas y pasajes ocultos. Yo solo las vi de abajo, no logro encontrar alguna manera de escalarlas rápidamente. Pero tampoco tengo porqué hacerlo.
Vengo aquí casi a diario, las miro, las contemplo, me regocijo ante la idea de llegar a conocerlas por completo. Algún día.
Son momentos felices que hacen valer la pena la ardua travesía que implica llegar. Porque si, es un largo camino que incluye el estomago de una bestia y el danzar de un gusano gigante de cuatro o seis patas tal vez.
De pie bajo la inmensa imagen que se me impone, observo distraídamente que no soy la única en llegar. Hay muchos de mis acompañantes diarios merodeando por todos lados. No son tantos como en la Zona Cero, y muchos menos que en la Zona Gris, pero es un número considerable. Todo está bien.
No son malvados. No todos. La mayoría sin merodeadores silenciosos, con sus contornos difusos y su mirada fija en un punto lejano.
Sin embargo están también los entes blancos, los odio. Se acercan inofensivamente y antes de que te des cuenta están absorbiendo toda tu energía vital. Una sonrisa macabra les desfigura lo que creo es el rostro y te clavan sus orbes sucias en la nuca. Es mejor salir corriendo. No son rápidos, ni tampoco les interesa serlo, supongo que usan el factor sorpresa a su favor.
Mi acompañante predilecto es uno que me encontré de casualidad andando por las afueras de la Zona XXII y hasta el día de hoy me acompaña casi siempre. Me lo suelo cruzar en el viaje a las montañas,y es el que me ayuda a combatir a las bestias. Es un ente de forma bastante definida a veces, pero hay otras en donde sus bordes se difuminan tanto que es casi difícil de reconocer. Casi. Sus colores son varios, puede ir de verdes hasta negros, en donde se vuelve un poco tóxico, pero rápidamente vuelve a sus tonos normales. Le tengo un cariño extraordinario.
Llegó la hora de la vuelta, espero no cruzarme a nadie indeseado, ni que los bailes del insecto mutante me resuelvan el estómago.