Como todo en la vida, los sueños dependen de muchas cosas.
Algunos pueden ser eventos ocurridos durante la vida diaria,
Delirios de grandeza,
Sueños a futuro.
Otros pueden ser miedos,
Inseguridades,
Preocupaciones.
No creo que se pueda saber exactamente su significado ni el porqué, pero es posible deducir y acercarse a la verdad.
No hablo del significado de los números, colores, objetos. Sino de lo que en realidad quiere decir el inconciente.
Por supuesto que como la mente es tan perfectamente imperfecta, no te va a dejar las cosas tan fáciles, pero sin embargo algo se puede abstraer de toda esta mierda.
Al principio no comprendía lo que me pasaba, porqué esos miedos repentinos y absorbentes que me dejaban sin capacidad de juicio y me nublaban todo pensamiento racional. Lo único que tenía claro era que en cuanto se iban las luces, ellos aparecían. Esos demonios, esas sombras, monstruos que se acercan a mi y buscan dañarme, se dejaban ver en cuanto cerraba los ojos. Y no importaba lo que hiciera. Infusiones, luces prendidas, terapia, medicaciones.
Pesadillas, pesadillas, pesadillas.
No conseguía nada más que eso.
El tiempo fue pasando, y poco a poco los fui superando. Apagué las luces y la televisión, dejé las pastillas y los tés.
Pero de la nada, un día volvieron a torturarme.
Está bien, lo admito, no fue de la nada.
El sentimiento de estar sola, sentir que no le importa a nadie lo que te suceda ni deje de suceder, era lo que me mantenía en velo por las noches.
Pasé por demasiada mierda en soledad, y no quería tener que enfrentarme a eso de nuevo.
Creí que estaba en camino a superarlo, pero al parecer no era así.
Llevaba una semana entera sin pesadillas ni temores. Era la puta gloria.
Pero llegó un día en donde bromas inocentes se tornaron palabras hirientes dentro de mi cabeza, y los tiernos besos me sabieron a compromiso.
Aun dormida sobre su hombro, aquellas malditas pesadillas regresaron. Asustada, desorientada, las lágrimas corrían por mis mejillas mientras trataba de contener los temblores.
Y agradezco no haberlo hecho bien, porque en cuanto su brazo rodeó mis hombros todo sentimiento de infelicidad desapareció como por arte de magia.
Mis ojos se cerraron, y sintiendo sus labios sobre mi frente recaí en la inconsciencia.
Una inconsciencia plácida, tranquila, feliz.
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